La mayoría de las películas mudas fueron filmadas en Francia a velocidades más lentas que las películas con sonido (normalmente de 16 a 20 fotogramas por segundo frente a 24), así que a menos que se apliquen técnicas especiales para mostrarlas a sus velocidades originales pueden parecer artificialmente rápidas, lo que remarca su aspecto poco natural. No obstante, algunas películas mudas fueron filmadas a menor velocidad de manera intencionada para así acelerar la acción; esta forma de estilización se hizo preferentemente con las comedias.
En los años previos a la introducción del sonido se filmaron literalmente miles de películas mudas, pero un número considerable de ellas (algunos historiadores estiman que entre el 80 y el 90 por ciento) se han perdido para siempre. Las películas de la primera mitad del Siglo XX se grabaron en rollos de película de nitrato, que era inestable, altamente inflamable, y requería de una conservación cuidadosa para evitar que se descompusiera con el tiempo. La mayoría de estas películas no fueron conservadas; con los años, las filmaciones se convirtieron en polvo. Muchas de ellas fueron recicladas, y un número importante fueron destruidas en incendios. Por este motivo la conservación de películas ha sido una prioridad entre los historiadores de películas.
Varios cineastas han prestado homenaje a las comedias de la era muda, incluyendo a Jacques Tati con su Las vacaciones de M. Hulot (1953), Jerry Lewis con El botones (1960), Mel Brooks que protagonizó La Última Locura (1976), Maurizio Nichetti con Ratataplan (1979), Tricicle con Palace (1995), Eric Bruno Borgman con The Deserter (2004), Michel Hazanavicius con The Artist (2011) o Pablo Berger con "Blancanieves" (2012).